lunes, 31 de octubre de 2011

Entrega de noticias comentadas/blog (1) - Actualidad socio-económica

Comentario de noticia aparecida en la publicación The Economist, edición de 22-28 octubre de 2011
Título del artículo: Building India Inc.

El artículo Building India Inc se centra en las peculiares características del modelo capitalista indio y cómo, a juicio de los analistas de The Economist, éste puede verse limitado por un Estado que presenta debilidades. De acuerdo con la publicación, India ha puesto en marcha un sistema que combina elementos de capitalismo y democracia, que da como resultado una dinámica que nada tiene que ver con otras conocidas, ni en Occidente ni en China.

Como prueba de la peculiaridad del modelo indio, en primer lugar, se apunta que mientras en las democracias occidentales más de la mitad de los beneficios del mercado de valores son controlados por inversores institucionales, en India éstos sólo obtienen una octava parte de dichos beneficios. En segundo lugar, con el fin de describir las características especiales del modelo indio, el artículo detalla los tipos de empresa que operan en el país (con especial mención al denominado India Inc., el término con el que los medios indios se refieren al sector formal -gobierno y corporaciones- del país).

Por un lado, se encontrarían las empresas que imitan el modelo estadounidense, que si bien existen serían una excepción, en ningún caso la norma. En segundo lugar, se apunta a las empresas apoyadas por el Estado, que representan el 40% de las ganancias bursátiles y dominan el sector energético y financiero.

Como elemento distintivo, el artículo señala cómo las empresas indias se vieron impactadas por la ola liberalizadora de 1991. Como consecuencia de ésta, algunas empresas extranjeras se lanzaron a las industrias de los bienes de consumo, atraídas por una gran fuente de clientes y mano de obra, y registrando enormes ganancias entre 1995 y 2003 especialmente. Por último, se apunta la trayectoria de las denominadas business houses tradicionales (organizaciones que operan en varios y diversos sectores), muchas de las cuales están controladas por grandes familias empresariales que adoptan una estructura hereditaria y que son conocidas popularmente a nivel nacional (es el caso de Aditya Birla, Tata Sons, Reliance Industries). Algunas de éstas murieron con la ola liberalizadora de 1991, mientras que otras se reciclaron e incluso volvieron con fuerza renovada para emprender ahora su lanzamiento a nivel global.

De acuerdo con el análisis de The Economist, el funcionamiento de estas empresas nada tiene que ver con el capitalismo institucional. Las compañías indias no sólo no estarían copiando el modelo estadounidense, sino que muchas de las empresas extranjeras estarían adoptando rasgos de las arriba mencionadas business houses. Desde los 90, la tasa de actividad de dichos negocios familiares se ha mantenido estable y su tendencia a la expansión en diferentes sectores del mercado se ha consolidado apoyada por un Estado débil. Como prueba de esto, se argumenta el caso de las empresas que se expanden al sector de las infraestructuras, ante la ausencia de actividad gubernamental suficiente en este sentido. Otro rasgo característico son los importantes contactos de estas empresas con la esfera política, que actualmente presenta unas tasas de corrupción alarmantes.

The Economist explica que, aunque hasta ahora esta receta ha parecido muy rentable y competitiva (a diferencia de los casos de Corea y Japón), el peligro a medio plazo sería una especie de esclerosis del modelo, que ya estaría dando signos de advertencia: ha habido una ralentización en el número de emprendedores que irrumpen en el “orden establecido” y la corrupción endémica. En este sentido, en los últimos meses se ha detectado una reacción popular contra las prácticas corruptas. Aunque hasta ahora la insatisfacción de la población se ha dirigido al sector político, los vínculos de éste con el empresarial son muy estrechos. Al fin y al cabo, si el modelo económico funciona, como argumenta el artículo, lo mínimo que puede esperar la población es que sus beneficios se dirijan a los más de mil millones de su población y no sólo a los multimillonarios.

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