Comentario de noticia aparecida en la publicación The Economist, edición de 22-28 octubre de 2011
Título del artículo: Hitting the Kerb (China's economy)
Título del artículo: Hitting the Kerb (China's economy)
El artículo “Hitting the kerb” supone un análisis de la situación actual de la economía china, subrayando posibles amenazas a su crecimiento. Se parte de los datos oficiales, que apuntan a un crecimiento de la producción de 9.1% en el tercer trimestre en comparación con el mismo período de 2010. Aunque el dato es positivo, el análisis detecta amenazas.
Por un lado, se encuentran los elementos derivados de la oleada de préstamos que salvó a China de la crisis financiera de 2008: la actual inflación, los precios hinchados del mercado inmobiliario y numerosas y crecientes deudas.
Por otro lado, han de añadirse dos dificultades nuevas: menores exportaciones (especialmente a la Unión Europea) y una avalancha de quiebras, principalmente de pequeñas empresas, agudizada por la escasez de crédito.
Estos elementos deben valorarse en su contexto: para acabar con la creciente inflación, las autoridades chinas han endurecido las condiciones de préstamos de los bancos y esto ha hecho que cada vez más gente y empresarios recurran al préstamo informal. La financiación informal en China es tan antigua como las reformas económicas, más o menos treinta años, durante los cuales han ido aumentando los “prestadores”, desde casas de empeño, a individuos adinerados, pasando por los propios grupos industriales, que crean sus brazos financieros. Estas prácticas han permitido que la oleada de préstamos haya durado más de lo que las autoridades habrían deseado.
Junto con las quiebras de pequeñas empresas, se han detectado casos de empresarios huidos ante las reclamaciones de sus acreedores. Según el artículo, esta situación plantearía riesgos, que si bien aún no se han materializado, deberían tenerse en cuenta. Si comenzaran a darse ventas desesperadas, la deseada estabilización de precios en el mercado inmobiliario podría convertirse en un desastre, poniendo en peligro la financiación formal a promotores y otro tipo de empresas y reduciendo las ganancias por las ventas de terreno (fuente de ingresos primordial para ayuntamientos y gobiernos locales). Para las autoridades, el primer enemigo a batir sigue siendo la inflación, así que no suavizarán sus controles macroeconómicos hasta que ésta no se reduzca. De acuerdo con el análisis, es posible que ésta no se reduzca hasta que más pequeños negocios salgan del mercado. Según concluye The Economist, esto no tiene por qué ser necesariamente negativo y aunque el gobierno no diseñara la crisis de crédito para forzar fuera del mercado a las compañías que ofrecen bajos salarios y márgenes escasos, puede éste acabe siendo el resultado, desapareciendo así un conjunto de compañías que dejarían hueco para otro tipo de ellas más florecientes.